A propósito del año nuevo

Juan 2, 18-21 / Salmo 95 / Juan 1, 1-18

La liturgia de la Iglesia finaliza el año con un texto del evangelista san Juan, el salmo 95 y el prólogo del Evangelio de san Juan. ¿Cuál es el mensaje con el que la Iglesia nos propone terminar el año?

Dice el texto de san Juan que estamos en “la última hora”, es decir, en la última etapa de la historia, aquella que empezó con la venida a este mundo de Jesús de Nazaret, y que, en esa última hora, tenemos que lidiar con el “anticristo”, que no es una persona sino una actitud, aquella que nace del alejamiento del bien y de la verdad, de la no elección del bien y la verdad.

Por eso se añade el prólogo del Evangelio de san Juan, que nos habla de aquel que “puso su tienda entre nosotros” y ante el cual la vida se decanta por la luz o por las tinieblas. Para san Juan, no reconocer en
Jesús de Nazaret al Dios-con-nosotros es permanecer en las tinieblas, y no optar en la vida práctica por el
bien y la verdad que ese Jesús vino a traer es pertenecer al anticristo.

“Canta un canto nuevo” dice el salmo 95. Es un salmo que resume la actitud del pueblo hebreo cuando regresó del exilio en Babilonia, signo de la purificación del pueblo hebrero debido a su alejamiento
de Dios. El pueblo ha regresado a su tierra, al encuentro con su Dios y Señor, y tiene ante sí la desolación de un país en ruinas y la esperanza de poder construir un futuro donde el centro de su existencia sea el
encuentro con su Dios.

Que así sea este año nuevo para nosotros, que eligiendo el bien y la verdad sepamos, como personas y como nación, hacer nuevas todas las cosas, que nuestra vida personal y nacional sea “un canto nuevo”, y que ese canto marque el ritmo del 2025, para que sea un año de bondad, de verdad, de libertad y de prosperidad.