En la mitología andina, particularmente en las culturas aymara y quechua de Bolivia y Perú, el Anchanchu es considerado un espíritu maligno muy temido.

Se le describe como una deidad o entidad siniestra que trae enfermedad, desgracia y a veces la muerte a las personas. Es la antítesis del Ekeko, el dios de la abundancia.

Se cree que habita en el Manqhapacha, el "mundo de abajo y de adentro", en lugares oscuros y apartados como cuevas, ríos, apachetas (montones de piedras sagradas) y las cumbres de los cerros.

El Anchanchu puede manifestarse de diversas formas. A veces se presenta como un anciano bondadoso, un duende pequeño, o incluso como una mujer hermosa y enjoyada para engañar a sus víctimas. Algunas descripciones le atribuyen rasgos animales como nariz de cerdo o cuernos de becerro.

Utiliza el engaño y la astucia para acercarse a las personas. Se dice que puede ofrecer riquezas (como "oro vivo") o favores a cambio de su alma o para causarles daño.

Para protegerse del Anchanchu, se recomienda evitar lugares solitarios, especialmente al anochecer, y en algunos casos, se realizan rituales o se utilizan amuletos.